Memorias

Evaluar a un estudiante puede ser uno de los ejercicios pedagógicos más difíciles, sin embargo, que el estudiante elija a su evaluador por lo que el docente representó en alguna etapa de su proceso, resignifica la labor del educador. 

En este caso, escribir la última retroalimentación para Valentina, es un acto simbólico. 

Valentina fue mi estudiante en el año 2019 en el curso de Introducción a la actuación, una de las electivas de Artes Escénicas abierta para estudiantes de las distintas carreras de la Universidad. En ese año estudiaba Comunicación Social, pero tenía un profundo y genuino interés por la actuación. Puedo asegurar que se destacaba entre los otros estudiantes por su disposición y actitud en cada una de las clases. Era y sigue siendo, arriesgada, generosa, atenta y con un alto grado de receptividad. Su carácter altruista ayudaba a despertar en el grupo esa necesidad del otro, de trabajar con el otro, de jugar con el otro. 

Esta electiva es un espacio maravilloso para aquellos estudiantes que por sus carreras el contacto físico o la relación con sus pares es casi inexistente, por tanto, la experiencia escénica que es potencialmente colectiva les genera un sincero placer por estar. Valentina aportó al grupo y a la clase misma, gracias a su entrega y compromiso, un enorme sentido de colectividad. En este curso, estoy convencida de ello, su amor por la actuación la desbordó. Había podido responder a sus inquietudes con respecto al arte, pero también la obligaban a pensarse entre ser artista o comunicadora social. 

En el año 2020 inició la carrera de Artes Escénicas. Pese a la pandemia, al encierro, a la ausencia del otro en el hecho creativo, a la privación del contacto físico, a la omisión del colectivo, Valentina nunca dejó de disfrutar cada encuentro. La virtualidad no fue un impedimento para verle igual de dispuesta y proactiva. Aprovechó este período para trabajar en sí misma, para investigar sobre su cuerpo-voz. Desarrolló una secuencia de training que evidenció su autodisciplina, rigurosidad, autonomía y escucha consciente de su cuerpo. Las secuencias de movimiento y alineación transmitidas, los ejercicios impartidos, los textos compartidos en clase, todo fue estudiado, aprendido y apropiado. 

Valentina fue durante su primer semestre una de las más participativas, con una gran capacidad de reflexión y autocríticasus competencias, a lo largo de la carrera, se han ido ampliando y fortaleciendo de manera significativa. 

Aunque en el 2020 la asignatura de Principios de Actuación I se dictó casi que en su totalidad  virtualmente, los pocos encuentros presenciales que los estudiantes tuvieron para experimentar la práctica en comunidad, fueron inolvidables. Quizás la oportunidad del convivio, del diálogo directo, de la cercanía, de la creación colaborativa, del juego, hacía que cada una de esas clases fuese sagrada. Valentina al haber cursado la electiva ya contaba con una experiencia real de un colectivo y comprendía la importancia del otro en su proceso.

He podido verla en algunos ensambles y me ha sorprendido su versatilidad. Es poderoso que una estudiante pueda permitirse la transformación, además de asumir cada proceso con tanta responsabilidad. Hasta el día de hoy sigue demostrando con su hacer que es una verdadera artista. Posee destrezas expresivas, interpretativas, físicas y vocales que ha ido fortaleciendo a lo largo de su formación. 

Mi relación con Valentina ha sido de amistad. Desde esta relación nuestros diálogos han ido un poco más lejos; ya no solo se trata de preguntar sino de preguntarse, aprender a cuestionar y a cuestionarse. Sócrates afirmaba que la amistad es un hábito político y que cultivar la amistad es cultivar la virtud, por ende, el educador es quien contagia desde el amor, enciende la llama de sus educandos a través del diálogo, de la reflexión constante, de la voluntad. Enseñar es también una acción colectiva y colaborativa, como el teatro.  

Para finalizar, siento que haber hecho parte de su formación durante el primer año y continuar su proceso de manera indirecta, me ha permitido comprobar sus logros. Todo su trabajo invisible se ha hecho extraordinariamente visible en el escenario. Es de esas estudiantes que llegan hasta el final mereciendo un fuerte aplauso: construyó su camino como artista a pesar de la crisis, de las dificultades, de los miedos, de la incertidumbre, del cansancio. Fue gracias a su esfuerzo, ética profesional e inmensa pasión que su recorrido en la carrera de Artes Escénicas hacen de ella una intérprete memorable.